El mayor asesino en serie de Argentina ve la luz por un día

Entre el 15 de marzo de 1971 y el 3 de febrero de 1972, Robledo Puch mató a 11 personas por la espalda o mientras dormían, violó a 2 mujeres y cometió 17 robos a mano armada.

Cuando lo atraparon, la prensa encontró el apodo que merecía el mayor asesino de Argentina: El Angel de la muerte. Fue detenido a los 20 años, nació en una familia adinerada, era buen estudiante y hablaba tres idiomas por lo que nadie pudo imaginarse que se convertiría en una leyenda negra de la criminología.

Ha pasado preso toda su vida adulta y el inicio de su vejez, ahora es un hombre silencioso y quebrado. Han pasado unos 44 años desde su último golpe y este martes abandonó por primera vez la prisión de máxima seguridad de Sierra Chica para un chequeo médico. La leyenda vio la luz y le recordó al mundo que aún sigue vivo.

La historia de Roberto Puch empieza con el asalto a joyerías junto con su cómplice Jorge Ibáñez pero poco después ambos comenzaron a realizar asesinatos hasta la muerte de Ibáñez en un accidente de coches lleno de dudas. Al poco tiempo, Roberto Puch se unió a Héctor Somoza con quien cometió varios asesinatos. Roberto mató de un balazo a Héctor Somoza y después le quemó la cara con un soplete para que no lo identificaran.

La policía encontró entre la ropa de Somoza la identificación del Angel de la Muerte y lo detuvieron de inmediato. Lo condenaron a cadena perpetua y hasta el día de hoy ningún juez le ha concedido la libertad condicional. Ni deben dársela ya que él nunca se ha arrepentido de los crímenes que ha cometido.