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Badajoz

REDACCIÓN: Jaime Rubiano Lebrusan, Javier Píriz González, Iñaki Ganuza López, Pablo González Rodríguez, Pedro Serrano Suárez de Venegas, Fernando Mena Abreu

'No hay nada en el día a día en China que huela a comunismo'

Foto 'No hay nada en el día a día en China que huela a comunismo'
Adrián Foncillas en Pekín. CEDIDA

Adrián Foncillas es licenciado en Derecho y Periodismo. Lleva en Pekín desde 2006 cubriendo el continente asiático, y corresponsal de El Periódico de Catalunya. También colabora en Cadena Ser, medios latinoamericanos como el diario argentino La Nación o la revista mexicana Proceso y medios europeos como Deutsche Welle.

11.05.2018 - THE NEWSPAPER. BADAJOZ

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Como en otros caso, hemos podido contactar con Adrián por medio de Twitter. También las respuestas nos llegaron a través de este medio. Pero, entrevistar a Adrián Foncillas ha sido un logro para nosotros. Nos sorprende la información que nos transmite acerca de China, ese gran país que parece un continente. Les dejamos con esta estupenda entrevista. Esperamos que os guste. Gracias, Adrián.

Pregunta. ¿Por qué decidió dedicarse al periodismo?

Respuesta. Me recuerdo desde pequeño leyendo el periódico. Si me padre no hubiera tenido el hábito de comprarlo probablemente no sería periodista ahora. Me interesan especialmente las historias de países lejanos, me producían una fascinación parecida a la de las novelas de Salgari. Os mentiría si dijera que me movieron pretensiones nobles como dar la voz a los desfavorecidos o hacer del mundo un sitio mejor. Fue una cuestión puramente egoísta: quería hacer lo que más me gustaba. Me licencié en Derecho porque era lo que tenía más a mano y entré después en la facultad de Periodismo.

P. ¿Cuál ha sido su trayectoria profesional en esta profesión?

R. Después de licenciarme alterné trabajos tan mal remunerados como insustanciales y desincentivadores. Era joven y en aquellos momentos me preocupa más es horizonte de vida funcionarial que las penurias económicas. Estudié el Máster de Periodismo de El País y acabé en la redacción de Catalunya. Un diario grande permite que te lea más gente pero se hace menos calle que en un local. Pronto comprendí que El País podría salir adelante sin mí y yo sin él. Recordé por qué quería ser periodista y decidí irme muy lejos.

P. ¿En qué consiste su trabajo en China? ¿Por qué eligió ese país para ser corresponsal?

R. La opción de China era evidente: era 2006, faltaban dos años para los Juegos Olímpicos de Pekín, se intuía una demanda de información enorme y faltaban periodistas. He cubierto todos los grandes acontecimientos de los 12 últimos años en el continente más fascinante y cambiante del mundo, supongo que podré colgar el boli tranquilo. Mi trabajo alterna la rutina de la noticia diaria con los reportajes propios: buscar un tema, viajar si es necesario, hablar con la gente... Así me explicaron el periodismo pero cada vez escasea más. Influye que eso es más costoso que embellecer teletipos y que, por cuestiones que se me escapan, los medios siguen priorizando la firma en el lugar aunque sea de un refrito que las historias propias. Seguimos en una mentalidad preinternet por más foros y convenciones de grandes gurús que nos vendan.

P. ¿Sigue siendo realmente China de régimen comunista?

R. Lo es solo nominalmente. Comité Central del Politburó, planes quinquenales, la hoz y el martillo en la pared más noble del Gran Palacio del Pueblo... Leer la prensa oficial y pisar la calle aboca a la esquizofrenia. No hay nada en el día a día que huela a comunismo. Los chinos han abrazado el capitalismo con el entusiasmo converso. Deng Xiaoping, una de las figuras más clarividentes de la Historia contemporánea, desnudó al país de su delirante ideología con aquella frase germinal del gato y de los ratones. A China le ha ido mejor con el pragmatismo.

P. ¿Qué opina del reciente sistema de videovigilancia que ha establecido el gobierno?

R. La videovigilancia y otros mecanismos de control me inquietan poco. Siempre se ha comentado que el Gobierno controla las comunicaciones de los periodistas extranjeros y años atrás se escuchaban sonidos muy raros de fondo en las conversaciones telefónicas. Quizá hayan perfeccionado la técnica ahora, hace tiempo que no escucho nada. Es un precio que asumí al venir a China, como el corresponsal en Oriente Medio asume el calor o el de Groenlandia el frío. Me preocuparé más si algún día me dedico al narcotráfico o a la trata de blancas, mientras tanto solo puedo sentir lástima por el pobre tipo encargado de leer mis emails o escuchar mis conversaciones. Tampoco creo que el Gobierno chino controle más que los occidentales, recordemos a Snowden. Ocurre que en China no existe el debate social de la protección de la intimidad y el Gobierno no está obligado a mentir. Por supuesto me preocupa mucho más cuando los mecanismos de control se utilizan contra disidentes. Lo que están haciendo con Liu Xia, la viuda del Nobel de la Paz Liu Xiaobo, es despreciable incluso para los parámetros de la dictadura china.

P. ¿Hay realmente libertad religiosa o no se respeta a los cristianos o a otras religiones? ¿Se puede opinar políticamente de modo diferente del sistema?

R. Depende de qué entendamos por libertad de religión. Los chinos son libres para profesar la religión que prefieran. Ocurre que el Gobierno proporciona sus propias iglesias y no permite las extranjeras. El caso del catolicismo y el Vaticano es clarísimo. Hay mucha literatura sobre las penurias de los cristianos de base alternan las misas clandestinas y las oficiales en función del horario y la cercanía. El concepto de misa clandestina recuerda a la antigua Roma, las catacumbas y los leones. A menudo son reuniones de jóvenes con las ventanas abiertas y cuyos cantos se escuchan desde la calle.

P. ¿Cómo se ve España desde China?

R. La mayoría de chinos apenas conoce los elementos folclóricos como los toros y el flamenco. Recordemos las magnitudes chinas: Europa es para ellos un magma confuso de países.

P. Cuéntenos algunas anécdotas de su estancia en China.

R. Me ocurre como con los chistes. Basta que me las pidan para que se me olviden.

P. ¿Por qué se puede decir que China es actualmente el país más importante 'influencer'?

R. Un periodista tenía que estar dos mil años atrás en Roma. El siglo pasado, en Nueva York. Y hoy, en China. En ninguna parte del mundo ocurren tantos y tan importantes cambios como aquí. No solo afectan a sus 1.500 millones de habitantes sino al planeta entero. China ha diseñado su propio camino en muchos aspectos, casi siempre por el método de prueba-error porque carecía de modelos aplicables a sus características. y le ha ido mucho mejor de lo que pensaba. Occidente lleva décadas anunciando el colapso inminente de ese sistema que abre la mano económica y mantiene el puño cerrado. Se decía que las clases medias, una vez cubiertas sus necesidades básicas, reclamarían más libertades y tirarían la puerta abajo. Pero las clases medias son las que más han progresado y las que menos ganas tienen de cambios. Los errores llegan cuando aplicamos patrones de comportamientos occidentales a otras culturas. Sobre la importancia económica no me extenderé por obvia. La situación actual no es nueva: coincide una potencia declinante (Estados Unidos) y la pujante (China). El relevo llegará pronto. No supondrá ninguna revolución histórica. China ha sido la primera potencia durante el grueso de la Historia de la humanidad, pero lo fue antes de la globalización y en nuestra parte del mundo no lo sabíamos. En el siglo XVIII quedó rezagada al perder el tren de la industrialización, occidente aprovechó para esquilmarla y el maoísmo impuso el aislamiento. Pero esos dos siglos son, en perspectiva histórica, bajar a por tabaco. China está de vuelta y ahí se quedará por mucho tiempo.

P. ¿Qué recomendaría a jóvenes que deseen ser periodistas? ¿Idiomas, relaciones, lecturas...?

R. Algunas religiones orientales son muy recomendables para lidiar con las privaciones terrenales. El periodista cada vez se acerca más al descastado indio. Si valoráis fruslerías prosaicas como la comida caliente y diaria, el seguro médico o una vivienda digna, el periodismo es una decisión dudosa. Un profesor muy sensato nos recomendó en la facultas muchos años atrás que lo dejáramos. Yo era joven, impulsivo, soñador y algo idiota, así que lo ignoré. El cuadro no ha dejado de degradarse desde entonces y me veo con la responsabilidad moral de recomendaros lo mismo. Me decepcionaréis si me hacéis caso. Siempre estaréis a tiempo de estudiar Empresariales...

Muchísimas gracias.